lunes, 18 de noviembre de 2013

Paseando por Nueva Zelanda - Escenarios del Señor de los Anillos



sky line Auckland - Nueva Zelanda
     
     Una de las labores más repetidas durante el viaje es la búsqueda de alojamiento. Lo normal es anticiparte a la llegada evitando así no tener que perder el tiempo andando por una ciudad desconocida intentando localizar un cuartucho donde atrincherarte durante el tiempo oportuno. Mi criterio de selección es bien sencillo, me ciño al lugar más económico. Suele ser una habitación compartida por 4, 6, 8 y hasta 64 personas. En el viaje mochilero lo importante no es tanto velar por la comodidad sino por la economía personal y cierta filosofía de contención del gasto lo que determina muchas de tus decisiones.

     Llegué a Auckland,  Nueva Zelanda y en esta ocasión había previsto la reserva de una guestHouse en el centro de la ciudad donde compartía una pequeña habitación con nueve personas más.

     La ciudad tiene un tamaño cómodo y abarcable para visitar su centro a pie, además es una de esas ciudades que resulta acogedora desde el principio.
Iglesia entre edificios Auckland - Nueva Zelanda
     La universidad está integrada en la ciudad lo que le da a las inmediaciones un alegre ajetreo estudiantil.

     Decido alquilar un coche y visitar distintas zonas de la isla. Aquí conducen por la izquierda y casi todos los coches son automáticos. Nunca había conducido de esta manera y siempre me preguntaba si sería muy difícil cambiar la costumbre de pilotar por la derecha, así que tenía oportunidad de comprobarlo en esta ocasión.


     Fui a la empresa de alquiler y opté por un coche ranchera con colchón en la parte de atrás, un hornillo portátil y algunos utensilios de cocina. Así podría dormir en el coche sin gastar dinero en alojamiento.

Actividad volcánica en Rotorua - Nueva Zelanda
     Antes de subirme en el vehículo la encargada me explica como funciona el coche automático. Momentos después me siento en la ranchera, arranco el motor y muy despacio me incorporo a la carretera. Paro uno metros más adelante para estudiar el mapa y dirigirme a una zona conocida como la Península del Coromandel, una zona de costa que me habían recomendado.

     Los primeros momentos en la carretera son bastante tensos, no quiero equivocarme de carril en ningún momento por lo que circulo con extremada precaución. Al llegar a una rotonda siento dudas de para donde girar, se disipan cuando veo algunos coches en el interior dibujando la circunferencia en sentido inverso a como estoy acostumbrado. Accedo a la autovía y trato de colocarme en el carril lento pero no consigo dilucidar cual de los tres es. Unos kilómetros más adelante salgo a una carretera con dos carriles en doble sentido que me llega hasta la zona a donde me dirijo. Todo va bien, la vía se estrecha por un puente en el que sólo puede pasar un vehículo, cuando lo rebaso me vuelvo a situar en el carril oportuno y unos metros más adelante viene un vehículo de frente dándome destellos con las luces avisándome de que iba por el carril erróneo. Con un golpe de volante vuelvo al carril izquierdo, buf, que susto.

     Esta situación fue repitiéndose en alguna que otra ocasión con el correspondiente sobresalto, pero pasados un par de días ya me había habituado a la situación y dejó de ser un problema.

     En las inmediaciones de Auckland y en la autovía que circunda la ciudad había bastante tráfico de vehículos, pero a medida que me alejaba en dirección a la costa este fue disminuyendo progresivamente. Pronto me encuentro viajando con el coche por unas carreteras secundarias de doble sentido muy tranquilas.
 
Vacas pastando en prados de Nueva Zelanda
Nueva Zelanda tiene unos increíbles paisajes, naturaleza en estado salvaje, verdes prados, montañas coronadas con inmensas arboledas. Ovejas, vacas y alpacas pastan en grandes extensiones de frondosos pastos. El día es soleado y el coche se desliza suavemente por las serpenteantes curvas que vertebran el paisaje mientras yo observo curioso el paisaje a ambos lados del camino.

El sol ha sobrepasado el cénit, voy con las ventanillas del coche bajadas y un agradable temperatura hace el paseo más placentero. Llego a la costa, paro el cochea la orilla del camino donde una explanada de hierva brinda una maravillosa vista del Océano Pacífico. El cielo está despejado y en el horizonte su funde el cielo con el mar mientras la silueta de un carguero entra lentamente en el azulado paisaje. Debajo, una serie perfecta de olas va dejando su rastro de espuma blanca en la fina arena de la orilla.

Catedrales del Mar - Costa Coromandel

     La tarde caía y busqué un buen sitio donde pasar la noche. Preparé una cena con la compra que había hecho en un supermercado. Desplegué el colchón en el interior del coche y me preparé para dormir. Me desperté con el alba y contemplé el frío amanecer junto al mar mientras me preparaba un café con el hornillo portátil.

Ese día visité las Catedrales del Mar y Hot Water Beach. Unos lugares espectaculares. Seguí un par de días más con el coche recorriendo la isla visitando Hobbiton, Rotorua, Waihi, Tauranga, Whangamata, Tairua y otros lugares increíbles. Cuando todo acompaña y se está muy a gusto el tiempo pasa rápido, pronto puse rumbo a mi siguiente destino, otro lugar fascinante me esperaba…

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