viernes, 15 de noviembre de 2013

Paseando por Malasia e Indonesia - islas sin motores

Torres Petronas - Kuala Lumpur (Malasia)


     Mi fugaz paso por Malasia se ciñó a su capital, Kuala Lumpur. Aproveché el tiempo que tenía en una larga escala de avión para conocer un poco la ciudad que, durante algunos años, albergó los edificios más altos del planeta, las famosas Torres Petronas.

     Fue una pequeña, divertida y arriesgada gincana en la que debía de conseguir los medios de transporte necesarios para llegar al centro de la ciudad y después, sin lugar a más entretenimientos de vuelta urgente al aeropuerto para seguir mi camino. Corría el riesgo de perder el vuelo que me llevaba a Indonesia pero acepté el juego sin tenerlas todas conmigo, y ya se sabe, en el juego o se gana o se pierde.

     Bajo del avión y me voy directo a la salida para tramitar el acceso al país. En poco tiempo consigo que me estampen el sello que me permite transitar por Malasia. Me apresuro a tomar el primer tren que me lleva hasta la estación central. Cuando llego comienzo rápidamente a localizar la línea de metro que se dirige al corazón de Kuala Lumpur, consigo hacerme con la información y sacar el billete en una máquina expendedora, subo en el primer tren y me bajo en una parada que se encuentra cerca de las Torres Petronas.

     Son las 16:00 horas, voy muy bien de tiempo. Encuentro la salida del subterráneo donde me encuentro y subo por las escaleras mecánicas hasta salir a la calle. Salgo justo en donde se encuentran los famosos edificios pero no los veo porque están a mi espalda, camino un poco y me dispongo a preguntar, doy la vuelta y me quedo mirando hacia arriba y la imagen me deja inmóvil y sobrecogido, ahí estaban las impresionantes Torres Petronas.
Torres Petronas al anochecer
    Pronto busco una de sus entradas e intento subir pero resulta imposible. Los tickets de entrada se suelen agotar en las iniciales horas de apertura. Visito su interior y veo todo tipo de comercios, después me dirijo a los edificios colindantes para intentar subir por ellos y tener una buena perspectiva. Pregunto en varios bloques pero no permiten la entrada. Finalmente me cuelo en un hotel cercano y subo con un cliente en el ascensor. El cliente introduce la tarjeta de su habitación en la ranura de la botonera del elevador y marca el piso 30. Yo como no tengo tarjeta me tengo que bajar ahí mismo y subir hasta el piso 72 por las escaleras. Subo sin detenerme los 42 pisos restantes, cuando llego a la cima del hotel mi pulso está acelerado y la puerta de la azotea blindada con un cartel que avisa que está conectada a una alarma. Así que me toca bajar, sin poder disfrutar de las vistas, al menos esta vez lo haría por el ascensor ya que sí permitía pulsar la planta baja.

     Fotografío las Torres de distintas perspectivas y luego me doy un paseo por la ciudad. Cuando comienza a anochecer regreso hasta las Torres que ya han empezado a iluminarse. Me hago con algo de comida y la degusto sentado en las inmediaciones mientras me deleito con la impresionante vista de este ingenio arquitectónico. Miro el reloj y me hace salir de este momentáneo encantamiento para poner rumbo al aeropuerto. De nuevo dos trenes y justo a tiempo para tomar el avión a Indonesia. Juego terminado y partida ganada!!!

 
Atardecer islas Gili - Indonesia
   Era madrugada cuando el avión aterrizaba en Bali (Indonesia). Como suele ocurrir en estos casos decido dormir en el aeropuerto para ahorrar una noche de estancia. Pese a ser las 2 de la madrugada el ambiente era caluroso y algunos mosquitos impedían que tuviera un placentero descanso.

     Amanece y me traslado hasta la famosa playa de Kuta. Tardo bastante en  encontrar algo decente a un precio razonable para pecnoctar. Finalmente consigo algo más caro de lo que me gustaría. Dejo las cosas y con impaciencia me dirijo hacia la playa, quiero ver las famosas olas de estos mares delicia de todo surfero. La playa es una maravilla y las olas ese día estaban bien.


Andando por las ramas - árbol en islas Gili
    Al día siguiente me levanto y voy directo a alquilar una tabla de surf. Caliento mis entumecidos músculos en la orilla y me adentro en el agua. Estoy un par de años sin coger una tabla y mi forma física no está en su mejor momento. Comienzo a remar pero las olas están un poco subidas para mí. Después de luchar como un jabato consigo superar la rompiente y me siento sobre la tabla para recuperarme del sobre esfuerzo. Cuando me encuentro en condiciones remo mi ola, trato de subir a la tabla pierdo el equilibrio y toneladas de agua me sumergen y baten sin ninguna contemplación. Salgo apurado y me cuesta recuperarme. Aún así lo volvería a intentar, pero con resultado parecido. Pienso que es mejor acercarme a la orilla y coger olas menos bravías, las otras son para cuando esté en forma.

     Ahora más cerca de la orilla consigo subirme a la tabla y surfear espuma. Luego busco una pared pequeña y así repito una y otra vez hasta que me quedo sin fuerza. Ha sido un día fantástico.
Cartel de bar en isla Trawangan - Indonesia

     Han pasado unos días y voy a la isla de Lombok cerca de Bali. Allí he quedado con Pablo el argentino que conocí en Tailandia. Me sorprende que podamos coincidir en un lugar tan remoto con el ajetreo de viaje que ambos llevamos. Al día siguiente de mi llegada aparece Pablo en el hotel. Es toda una alegría poder encontrarse de nuevo. Llevaba bastante tiempo solo y volver a ver una cara amiga es de lo más reconfortante.

     Decidimos ir a las islas Gili, cerca de Lombok. Nos embarcamos con los locales y en breve estamos en Trawangan una de las tres islas.


     Es un lugar maravilloso, tres islitas pequeñas de arenas blancas y turquesas aguas. No hay ningún tipo de vehículo a motor. Ninguna de sus calles están asfaltadas. No tienen policía ni tampoco hospital. No recuerdo que haya estado en un paraje así con anterioridad. Resulta una delicia. Mucha gente que llega hasta aquí viene impregnada de ese espíritu hippie que la mágica de la isla promueve.

Tortuga en el fondo marino de islas Gili - Indonesia
     Aquí conocimos a Maribel una chica de Málaga que tiene 26 años y viaja en solitario por Asia, a Aída de Barcelona tiene 30 años y también viajando en solitario por Asia, a Pedro un catalán de treinta y tantos instructor de buceo que está viajando y trabajando donde encuentra, a Mr. Wolf un alemán de 30 años que habla español y que viaja durante una temporada, y también a otras personas de espíritu libre.

    Las islas Gili son uno de esos lugares que te gustaría conservar para siempre en la memoria…
Llegaba el momento y tocaba de nuevo despedida ahí se quedaban las paradisíacas islas con sus rojos atardeceres y por delante el camino que continua…




No hay comentarios:

Publicar un comentario